LAS PALABRAS EJERCEN PODER. Por: Luisa del Carmen Freyre Aguilera

En la actualidad navegamos en un mundo de información que transfusiona a todo el orden social e impacta de manera “nada sutil” la cultura en todos sus espacios, las redes sociales han sido satanizadas y se ha llegado hasta reglamentar esta nueva expresión de las masas, que en distintas opiniones viola el derecho de la libertad de expresión y esto me obliga a acudir a mi memoria para recordar la maravillosa obra de Gustavo Le Bon, “Psicología de las multitudes”, y que tuve la fortuna de leer hace algunos años cuando el idealismo era mi dueño permanente;  nos dice él respecto a las características generales de las masas “En su sentido ordinario, la palabra “masa” o “muchedumbre” significa una reunión de individuos de cualquier nacionalidad, profesión o sexo, sean cuales fueren las causas que los han juntado. Desde el punto de vista psicológico, la expresión “masa” adquiere un significado bastante diferente. Bajo ciertas circunstancias, y sólo bajo ellas, una aglomeración de personas presenta características nuevas, muy diferentes a las de los individuos que la componen. Los sentimientos y las ideas de todas las personas aglomeradas adquieren la misma dirección y su personalidad consciente se desvanece. Se forma una mente colectiva, sin duda transitoria, pero que presenta características muy claramente definidas. La aglomeración, de este modo, se ha convertido en lo que, a falta de una expresión mejor, llamaré una masa organizada. Forma un único ser y queda sujeta a la ley de la unidad mental de las masas”.

No es casual que en este contexto universal de transmisión de información hayan surgido las redes sociales, ante la oportunidad que representa las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento para expresar sentimientos, pensamientos e ideas de las cuales las masas se van apropiando de acuerdo a su momento, circunstancia e identificación de unas personas con otras. Porque como en el pasado siempre ha habido una conciencia universal introyectada en todos los ámbitos en los que el ser humano habita o transita y que ésta contiene rasgos y conductas que actualmente se han ido paulatinamente globalizando.

Esta gran obra que es el eje conductor de este escrito, desarrolla maravillosas teorías respecto de las multitudes, que personas expertas en la materia podrían reflexionar de manera científica, pero particularmente para lo que hoy quiero compartir con ustedes sólo abusaré de interpretar  referente a lo que Le Bon expresa sobre las palabras, nos dice […]“El poder de las palabras está relacionado con las imágenes que evocan, y es bastante independiente de su real significado. Las palabras cuyo sentido está peor definido son a veces las que poseen la mayor influencia. Tales son, por ejemplo, los términos democracia, socialismo, igualdad, libertad etc. cuyo significado es tan vago que gruesos volúmenes no alcanzan para establecerlo con precisión. Aún así, es cierto que un poder verdaderamente mágico está adosado a esas cortas sílabas, como si contuvieran la solución a todos los problemas. Sintetizan las aspiraciones inconscientes más diversas y la esperanza de su realización”[….], lo puesto aquí, nuevamente me lleva a la memoria cuando en mi época universitaria en la facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, escribía yo para el periódico estudiantil, de tintes políticos por cierto, denominado “Diálogo” , en especial un artículo modesto, tímido y medido, en tiempos de la mal llamada revolución femenina, porque fue, es y ha sido “evolución” representada con un lema universal surgido de un eslogan que simbolizaba y simboliza “amor y paz”, nada más y nada menos; bueno, este pequeño artículo estaba pletórico de emoción más que razón, legítimo y sincero, dirigido a la palabra comprometida de candidatos a ocupar puestos de elección popular y la gran responsabilidad, tal vez no dimensionada ante el hambre de poder y dinero como poderosa divinidad que los posee, Creo después de transcurrido el tiempo que la “palabra” con todo ese poder asignado, se corrompe y una sociedad permisible las recibe incrédula y desconfiada, pero al mismo tiempo cómplice de esa corrupción, para esto Le Bon nos da luz, […]“Así, cuando las masas, como consecuencia de alzamientos políticos o cambios de creencia, han llegado a adquirir una profunda antipatía hacia las imágenes suscitadas por ciertas palabras, el primer deber del verdadero estadista es cambiar las palabras sin, por supuesto, meter mano en las cosas mismas ya que estas últimas se hallan demasiado íntimamente unidas a la constitución heredada como para ser transformadas. Hace mucho tiempo, el sensato Tocqueville observó que la obra del consulado y del imperio consistió más particularmente en revestir con nuevas palabras la mayor parte de las antiguas instituciones – esto es: en reemplazar palabras que evocaban imágenes desagradables en la imaginación de la masa por otras palabras cuya novedad impedía tales evocaciones. La “taille” o “tallage” se convirtió en un “impuesto sobre la tierra”; la “gabela” en el impuesto sobre la sal; los “subsidios” se hicieron contribuciones indirectas y deberes consolidados; el impuesto sobre las compañías comerciales y los gremios pasó a llamarse “licencias”, etc”[…].Interesante por supuesto, estamos cansadas de escuchar las freses hechas que muchas de éstas tienen origen en las distintas religiones o han tenido vigencia en épocas y espacios determinados pero que actualmente carecen de toda verdad o realidad social y cultural y que daña las estructuras sociales convirtiendo a la persona en lo individual en “pensadoras de lo pensado”, en la manipulación a través de lo subliminal, pero lo trágico no es ser pensadoras y fervientes creyentes de la ya pensado y añejamente pensado, sino que al anular el criterio y el libre pensamiento, lo que sigue es el fanatismo y del fanatismo a la  misoginia y al odio y demás expresiones violentas carentes de racionalidad y finalmente a la consumación de las ideas, para esto sólo hay un paso( frase hecha).

El poder de las palabras es lo más poderoso, si me permiten esta expresión, ya que no hay nada que exista sobre la faz de la tierra (frase hecha) que no se represente finalmente con palabras, aun cuando se trate de imágenes, el cerebro ya tiene aprehendidas éstas que la proyectan en imágenes y viceversa. Nos dice Le Bon con gran pericia “Las imágenes evocadas por las palabras, al ser independientes de su sentido, varían de época en época y de pueblo en pueblo mientras que las fórmulas se mantienen idénticas. Ciertas imágenes transitorias se relacionan con ciertas palabras: la palabra actúa meramente como si fuese el pulsador de un timbre eléctrico que las evoca”.

Esta realidad que Le Bon concibió a partir de la expresión verbal y escrita de las palabras en papel, ahora ha adquirido una nueva dimensión que si bien es benéfica en su intención originaria de romper las distancias y acercarnos unas personas con otras, también es cierto que en esa construcción “las multitudes” han encontrado su coto de poder para expresar todo y todo es todo (frase hecha). Me parece que el nuevo lenguaje que a través de las redes sociales se ha construido nos ofrece un mundo de oportunidades para la comprensión de esta nueva expresión colectiva que no puede ser coartada ni reglamentada con base en el atentado a la libertad de expresión como derecho humano que si debe ser restringido, en la medida de que es un derecho que se comparte en espacios y tiempos coincidentes, porque la propia sociedad debe ir encontrando los parámetros legítimos que lleven a un nuevo paradigma de convivencia social, en el que visibilizada y transparente la anatomía del cuerpo colectivo, las acciones de todas las instituciones del estado formales e informales, deben orientar sus acciones a partir de esa temperatura social.  Instituciones concebidas en la hipótesis probada por Douglas North, en su obra principal  Structure and Change in Economic History‖,Norton (1981). “Las instituciones proporcionan una infraestructura que sirve a los seres humanos para crear orden y reducir la incertidumbre”

Puestos nuestros pensamientos y sentimientos en esta reflexión, bien vale la pena abordar el tema cuando la palabra ha sido construida en un sistema patriarcal que basa sus creencias en el poder masculino, heterogéneo y blanco, que resulta, en discriminación por sexo y género, entre otras formas de discriminación. La fuerza de las redes sociales es esperanzadora ya que resulta ser una herramienta para mover a las masas quienes nos guste o no, son quienes actualmente orientan el orden social, es un fenómeno histórico y cultural que transfunde todas las estructuras tal y como las conocemos hoy. El camino lo iremos entonces construyendo todas y todos en una evolución paulatina y sin descanso hacía una verdadera democracia ( frase hecha)y dicha ésta en su sentido amplio.

Marcela Lagarde, feminista, política y etnóloga, nos ha conminado a todas nosotras las mujeres y hombres, feministas, servidoras públicas, etc, a que destituyamos todas aquellas palabras que conllevan una connotación bélica, como: estrategia, lucha, táctica y demás, y es comprensible su ratificado e insistente llamado, debemos construir desde y a partir del diálogo, verdad perenne en el tiempo, la comprensión, la apropiación, la introyección de las ideas y la identificación de los fenómenos violentos y la realidad, se hace a través de la palabra que construye y tiene ese significado.

El Dr. Miguel Carbonell, en su artículo “Las Palabras de un Rey” nos dice: “Una palabra bien dicha, pronunciada en el momento oportuno, puede cambiar el rumbo de la historia. Ya se trate de una historia de amor o del destino de un país, todo lo que hacemos es comprendido o explicado por medio del lenguaje”.

Si personas de gran sabiduría, investigadoras y académicas lo afirman, tiene sentido y relevancia el que orientemos un poco de nuestro tiempo y espacio para ocuparnos en reconceptualizar las palabras que diariamente usamos y darles otro sentido o como en el caso de Toqueville inventar nuevas palabras que den el significado cercano a la concepción de todas las cosas actualmente conocidas por las multitudes, y que mejor medio que a través de las redes sociales.

Actualmente hay palabras que suena constantemente en las redes sociales, como  “militante”  y “contienda”, nuestro pobre cerebro está convencido de que nos encontramos en un campo de batalla, pues su memoria histórica así lo tiene codificado, ¡¡¡¡¡¡ destituyámoslas !!!!!.

Debo reconocer que en el ámbito de la administración pública donde actualmente me desempeño  hay una palabra que adquirí en mi desarrollo profesional:” estrategia”, empezaré una campaña que espero trascienda en las redes sociales y me propongan encontrar como sustituirla o como renovarla en significado. Esto para empezar, claro.

Pero en el afán de la igualdad entre los géneros, debemos cotidianizar aquellas palabras que visibilicen a las mujeres que las signifiquen como actoras y protagonistas de todo lo que ocurre, desterrar las palabras que cosifican a las mujeres y las denigran atentando contra su dignidad humana, construyamos una justicia social más allá de las leyes.

Propongo entonces, que construyamos un nuevo mundo de palabras que contengan el significado más cercano a la realidad de las masas, creíbles, renovadas y legítimas en un mundo que debe ya y para siempre despojarse de la farsa verbal, de la retórica insensata, del sarcasmo y burla para la dignidad humana. Despojarnos ya de las frases hechas, como: “ya te ganaste el cielo y  “haz el bien sin mirar a quién”, no porque carezcan de verdad, sino porque tienen que ser aplicadas con racionalidad en un mundo que ha superado conceptos de moralidad, bondad y el maniqueísmo ha sido igualmente derrotado y prevalece La nueva conciencia social, como paradigma. En lo individual cada quien interpreta las palabras y a ellas corresponde la responsabilidad y  consecuencias de dicha interpretación. El reto (palabra para estudiar), consiste en mover la conciencia social, las multitudes en su expresión legítima, coincidente y convergente.

Concluyo con Le Bon:

“Una de las funciones más esenciales de los estadistas consiste, así, en bautizar con palabras populares o, en todo caso, indiferentes, las cosas que la masa no puede soportar bajo sus antiguos nombres. El poder de las palabras es tan grande que es suficiente designar con términos bien elegidos las cosas más odiosas para hacerlas aceptables a las masas. Taine observa con razón que fue invocando la libertad y la fraternidad – palabras muy populares en su época – que los jacobinos fueron capaces de “instalar un despotismo digno de Dahomey, un tribunal similar al de la Inquisición y producir una hecatombe humana similar a las del antiguo Méjico”. “El arte de los que gobiernan, al igual que en el caso del arte de los abogados, consiste sobre todo en la ciencia del empleo de las palabras. Una de las mayores dificultades de este arte es que, en una y la misma sociedad, los mismos términos muy frecuentemente tienen diferentes significados para las diferentes clases sociales, las cuales emplean aparentemente las mismas palabras pero nunca hablan el mismo idioma”. REFLEXIONEMOS.

 

                                                                                                     Xalapa, verano 2103

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