¿EN DÓNDE Y CÓMO QUEDAMOS LAS MUJERES?

Hemos escuchado, visto y revisado las recientes reformas en materia laboral, educativa, hacendaria, política, energética, entre otras,  y de pronto un pensamiento de angustia me asalta, ¿Dónde y cómo quedamos las mujeres, ante tantas reformas legislativas?

A partir de 2011, en junio para ser más exacta, sentimos y pensamos las mujeres que habíamos avanzado en la protección respeto y sobre todo en el reconocimiento de nuestros derechos humanos diferentes a los de los hombres, porque somos diferentes, esa ya es una discusión superada; en este reconocimiento nos sentimos protegidas por todo el derecho internacional en esa materia y que actualmente forma parte de nuestra legislación interna y de estricto cumplimiento en todo el País, sin embargo, el avasallamiento de nuevas leyes y reformas constitucionales, de pronto, me hace reflexionar si en estas tan afamadas legislaciones las mujeres estamos incluidas clara y expresamente en un marco de defensa, protección de nuestros derechos como un deber del estado y por ende de todas las autoridades de este nuestro México lindo y querido.

Quiero creer que soy la única confundida, esto me daría mayor tranquilidad, creer que nuestras legisladoras/es, de cualquier partido, tuvieron la previsión de observar con sumo cuidado que todas y cada una de las disposiciones, una a una, no fuera contraria a los derechos humanos de nosotras las mujeres. Digo esto, porque cabe la posibilidad de que haya prevalecido la ginopia, es decir, el nulo interés por los derechos de las mujeres entre quienes legislan o quizá en algunos casos, no les interese que el ejecutivo haya dispuesto la igualdad y transversalización de políticas públicas con perspectiva de género como rectoría gubernamental en su administración; pero si debe interesarles, preocuparles y ocuparles lo que necesitan todas las mujeres, las muchísimas mujeres que votaron por ellas,  por las personas a quienes les dieron representación y que aún se encuentran esperando respuestas que las beneficien. Seguramente cada representante popular tiene respuestas para las personas beneficiadas de su distrito electoral. Además también estoy segura, que la clase política no interpreta de forma equivocada al Presidente, imagino que no lo harían, cuando se reconoce y se respalda como una política de Estado.

Seguramente todas ustedes han conocido el juego “Dónde quedó la bolita” generalmente debemos seguir tres tapitas para saber cuál es la que contiene la bolita”, es difícil pero no imposible identificar donde está, claro, si quién las mueve no hace trampa, si no hace trampa identificaremos y estaremos salvadas; sin embargo ante la trampa, estaremos fuera del juego y por lo tanto tendríamos que apelar, recurrir y ampararnos ante tanta injusticia, siempre por la vía legal, técnica y científica y de acuerdo a lo mandatado por la Constitución, y no hacer como nuestra «entrañable» «izquierda» patriarcal que ante su ineficacia en argumentos técnicos, científicos y legales, mejor se manifiestan iracundos, intolerantes e irremediablemente pierden cualquier contienda legislativa, más lamentable, cuando se trata de reformar nuestra Constitución, es una pena, para quiénes en ella han depositado su confianza, entonces, tal vez, revisando de manera profesional y comprometida  realmente sabríamos donde estamos las mujeres.

Ahora bien, supongamos que efectivamente, sólo soy una mal pensada y nuestras legisladoras, y digo legisladoras porque están obligadas como mujeres a defender nuestros derechos desde su curul, no están ahí únicamente porque un “padrino o madrina” las apoyó, sino porque miles de mujeres feministas en el mundo entero han impulsado, promovido y aportado para que cada día lleguen a legislar más mujeres a favor de las mujeres, no es el poder por el poder ¿eh?, porque deben saber que todo lo que legislen, todo, todísssimo debe ser legislado con perspectiva de género; esto me conmueve escribirlo, porque he escuchado a algunas mujeres, frases como: “ Está bien la paridad, pero por favor que sean mujeres preparadas para que los hombres y la sociedad no nos critiquen y por una paguemos todas”.  Yo les respondo los que Simone Beauvoir dijo “no nacemos mujeres, nos hacemos mujeres”. ¡LA MERITOCRACIA NUNCA HA SIDO PREMISA POLÍTICA EN NUESTRO PAÍS!, por si no lo sabían ahora ya lo saben y no se vale mostrarse sorprendidas, y bueno tampoco yo me mostraré sorprendida si alguien me responde ¡EL SER MUJER NO GARANTIZA QUE LES IMPORTE LEGISLAR A FAVOR DE LAS MUJERES!. Muy bien, ante tales circunstancias es inevitable reconocer, que muy difícilmente cualquiera de estas reformas pase el escaner de género.

En tales condiciones no me atrevo tampoco  a juzgarlas, porque hay que reconocer que si bien existen los techos de cristal  que obstaculizan e impiden a las mujeres romperlos y ocupar puestos de decisión que en un sentido positivo cambiara en un momento determinado la vida de las mujeres, también es cierto que cuando ellas, las legisladoras en este caso, ocupan una curul, se topan con la discriminación sustantiva, llamada así porque el sistema patriarcal, androcéntrico en consecuencia, desdeña la postura que me como igual ocupa una mujer, y es entonces cuando su voz muy débilmente se escucha, porque son pocas, porque son subordinadas desde sus partidos, porque carecen de recursos y lo peor porque algunas buscan ser protegidas por un hombre que les dé la fortaleza que deben encontrar en ellas mismas y se convierten nuevamente en seres en situación de vulnerabilidad. Dificilmente se escucha la voz de una sola mujer ante el montón de voces masculinas, que en la mayoría de los casos, vociferan, gritan y jamás debaten, ¿cómo en tales condiciones se puede escuchar la voz de una mujer, en un sistema que se conforma bajo patrones patriarcales?

Es entonces cuando cobra fuerza inaudita la palabra SORORIDAD, si, con mayúsculas, no importa si te gusta llamarla de otra forma, esa es una discusión menor y banal, lo importante es su significado, todas las mujeres unidas a favor de todas la mujeres, trabajando para y con las mujeres.

La perversión que se ha dado en el ámbito político en relación con la participación política de las mujeres y el ascenso de más y mejores, es del mismo tamaño que afecta los intereses de los poderes fácticos, el poder detrás del Poder. Pondré dos ejemplos únicamente porque me lastima el sólo enumerarlos:

1.     Si llegamos al poder, ¿quién más será el capital político de un político?

2.     A las mujeres lideresas en sus colonias y comunidades, por su significativa participación en campaña, se les debe dar realmente voz, después  de elecciones, reconociendo su trabajo con beneficios reales para las mujeres que participaron y no solamente y únicamente durante las campañas, con beneficios efímeros, sino empoderándolas para que jamás, pero jamás vuelvan a ser utilizadas y sean ellas y las mujeres que representan las verdaderas beneficiadas.

Así las cosas, todas nosotras, las otras, que debemos ser las más interesadas, debemos sentarnos a revisar o mejor paradas y en posición de correr, una a una las reformas aprobadas aventadas por montón y que difícilmente por el tiempo que siempre nos vence al momento de ponernos de acuerdo, y la poca posibilidad de ser escuchadas ante la sordera androcéntrica en los congresos, la que persiste, porque los hombres son los que hasta hoy detentan el poder, difícilmente veremos nuestra realidad soñada surgida de aquel venturoso junio de 2011.

En esta reflexión, estoy segura que seguiremos empeñosas, ya sea recomenzando e ir poco a poco poniendo las cosas en su lugar, convencidas de que ahora contamos con herramientas que nos dan fortaleza, desde mecanismos institucionales e instrumentos jurídicos de derechos humanos que re-direccionen el camino hacia la igualdad sustantiva.

Cada una de nosotras desde el ámbito en el que nos desarrollemos, debemos ser responsables para revisar una a una estas reformas y darnos a la tarea de exponerlas fundamentadas, argumentadas y defendidas desde las convenciones hasta el más humilde documento jurídico que dé certeza jurídica a nuestro afán; las académicas, formando mejores profesionistas con perspectiva de género y en el vasto conocimiento de los instrumentos de derecho internacional de derechos humanos que ahora, reitero, son derecho interno; las legisladoras, armonizando nuestro derecho interno con  perspectiva de género y como premisa fundamental entendiendo las necesidades reales de las mujeres para las cuales se legisla; las comunicadoras eliminando la violencia y todas sus manifestaciones, eliminando también el lenguaje sexista, y sobre todo difundiendo los derechos humanos de las mujeres. Las mujeres en la administración pública de los tres órdenes de gobierno que la integran, deben abocarse a tal fin transversalizar la perspectiva de género y así institucionalizarla hasta el más recóndito lugar de nuestro país; insistir en empoderar a las mujeres acercándoles los servicios de salud, educación, vivienda salarios igualitarios y más. Ignorando e INAPLICANDO CUALQUIER DISPOSICIÓN QUE DERIVE DE LAS REFORMAS MENCIONADAS AL INICIO QUE SEA CONTRARIA Y POR ENDE VIOLE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES RECONOCIDOS POR NUESTRA CONSTITUCIÓN, Así de contundente.

No bajar la guardia, seguir, insistir y persistir, porque ante cualquier distracción estaremos poniendo en riesgo la igualdad formal incipientemente obtenida. Nos ha costado deconstruir la desigualdad, la discriminación, la subordinación derivada de la jerarquía sexual, la violencia. Ponemos en riesgo nuestro bienestar real que depende de desmontar las relaciones dicotómicas en la que mujeres y hombres hemos sido insertados/as, asimismo como País ponemos en juego la democracia, que si bien le doy la razón a Mauricio Merino cuando dice que la democracia se construye en gerundio, lo cierto es, que lo imperdonable es que haya retrocesos.

La razón y existencia y fin único de todas las instituciones del Estado, formales e informales es el bien común, hasta suena raro decirlo, porque es un concepto que se ha olvidado, ya que pareciera que el fin común ya no es el bienestar del ser humano; parece ser que el fin es el desarrollo económico de los países en pos del poder para poder ser líderes que imponen, y todas las personas somos objetivizadas, somos el medio y no el fin.  Al ser objetivizadas las mujeres, somos denigradas y se atenta contra nuestra dignidad, el más alto valor y principio que protegen los derechos humanos y el más vulnerado, dañado y lastimado.

No es tarea fácil, pero ¿cuándo ha sido algo fácil para nosotras las mujeres? seguramente la sociedad civil, las feministas serán las primeras encargadas en alzar la voz ante la sordera androcéntrica, para decirlo con claridad, al considerar en las leyes recién construidas, resueltas las necesidades de los hombres, dan por hecho que se encuentran resueltas las nuestras, y es precisamente el no reconocer nuestras diferencias lo que ha impedido la igualdad real para las mujeres y las niñas.

Aún aquellas mujeres que dicen que nunca han sufrido violencia de género y que aseguran que somos complementos de los hombres, y que si una de ellas falta no somos personas completas, aún ellas, deben comprender que tienen o tendrán hijas y nietas y que lo único que podemos legarles es, que aprendan a defender sus derechos para ser libres e iguales en oportunidades en la realidad, reconociendo y respetando las diferencias entre unas y otros, ¿ no lo creen?, en el afán de renovarnos, de pactar un nuevo contrato social que nos permita mejorar el mundo que compartimos y en los espacios en donde convivimos.

A todo esto, alguien sabe ¿Dónde y cómo quedamos las mujeres?

                                                                          Diciembre 2013

 

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